Y el Athletic necesita estar en perfecto estado de revista para desarrollar todo su juego porque, a diferencia de otros equipos más dotados, si los rojiblancos no arrollan a base de músculo y velocidad,afloran demasiado las carencias técnicas de bastantes de sus jugadores. Ese último pase desviado un par de metros del objetivo que en otros momentos se corrige con una carrera, se pierde ahora por la línea de fondo en medio de la impotencia general; ese centro que antes llegaba tocado al área pequeña porque se había ganado medio metro de ventaja sobre el marcador, ahora se estrella en el cuerpo del rival o se va al segundo graderío.
Todo eso y algo más ocurrió a lo largo de los noventa minutos ante un Osasuna que no tuvo vergüenza alguna en apostar por el puntito que le daba el empate inicial. Lo intentó el Athletic, consciente de lo que se jugaba, pero su esperanzador puesta en escena duró apenas veinte minutos. Después, fue todo un quiero y no puedo.
Tuvo el partido otras lecturas, como la presencia en el equipo titular del cuestionado Yeste, que tampoco aportó nada nuevo, por cierto, pese a que pareció que empezaba con ganas, o la nueva oportunidad de la que disfrutó Iturraspe por la baja de última hora de Orbaiz, pero el chaval tampoco acabó de apuntar siquiera algo de lo que se espera de él. Hasta puede considerarse una buena novedad táctica la sustitución de Llorente por Muniain, un cambio como de medio metro de futbolista, si se hubiera realizado bastante antes y si el pequeño hubiera ocupado la posición del grande. Es indudable que una defensa diseñada y acostumbrada a fijar a Llorente, tiene que sufrir si de pronto aparece Muniain en la misma posición, pero hasta el factor sorpresa requiere su tiempo. Se notó la reaparición de Toquero, que en el último minuto tuvo en sus botas la victoria, pero le tiró al muñeco cuando esta temporada ya lleva dos o tres goles resolviendo con mucha solvencia situaciones similares; quizá a esas alturas, y después de dos semanas con problemas, el oxígeno no llegaba con fluidez al cerebro.
Al Athletic le quedan tres balas en la recámara todavía, porque pensar en arañar algo en el Bernabéu, si el Real Madrid sigue jugándose la Liga a esas alturas, requiere unas dosis de ingenuidad fuera de lo común. El pasaporte para Europa se sigue expidiendo en San Mamés y hay que sellarlo ante el Mallorca, el Málaga y el Depor. Nunca podría venir más ajustado ese lugar común de los entrenadores que asegura que el próximo partido es el más importante. En efecto, la visita del Mallorca tiene todas las trazas de una final y las finales, siguiendo con los tópicos, están para ganarlas, mucho más si se juegan en casa.
La competición, que se inició allá por el 30 de julio, está pasando factura. Han sido muchos kilómetros y quedan todavía tres vueltas en las que hay que marcar el mejor tiempo. El coche anda con la gasolina justa...pero anda y además seguro que va a contar con el empujón oportuno del público.


